Vénganse todos

Para llegar al Museo del Sexo (Musex) de la ciudad de México, primero hay que atravesar calles repletas de vendedores ambulantes que ofertan discos pirata de música, películas, software clonado y ropa china, etcétera.

El Musex se encuentra en el tercer piso del centro comercial llamdo Sex Capital, un lugar dedicado a la sexualidad con una supercie mayor a los 6 mil pies cuadrados. Este espacio alberga a 80 establecimientos, entre bares, boutiques de ropa, cabinas de video, una sala de cine porno en tercera dimensión y tiendas de juguetes para adultos, muñecas inflables, dildos, condones de colores, sabores y texturas, cremas, lencería y otros fetiches fantasiosos.

En el siglo pasado, aquí estuvo el famoso Cine Olimpia, uno de los íconos de la arquitectura mexicana que también fue teatro y a la vez transmitía una de las estaciones pioneras de la radio, la XEW

Quizá, lo más interesante no es lo que puedes (y sabes que hallarás) expuesto en las salas de este inmueble, sino los visitantes. Al fin y al cabo, el Musex pude ser tomado como una variante de sex shop y galería.

El lugar se encuentra en el tercer piso del centro comercial. Es un ícono barrroco por la ecumenicidad de sus imágenes. Por fuera, su fachada parece antro. A la entrada, sobre sus muros se encuentran figuras del Kamasutra del templo Khajuraho más fotografías de actores del cine mexicano como Lilia Prado, María Félix, Dolores del Río, Jorge Negrete, Pedro Infante y el eterno seductor Mauricio Garcés.

Alicia es otra de las guías. Asegura que su vida cambió desde que labora en el Musex. Con una sonrisa recuerda el instante cuando un visitante le preguntó sobre sus fantasías sexuales. Ella dice que hasta ese momento no se había puesto a reflexionar al respecto, pese a haber trabajado anteriormente en una sex shop.
El giro vino cuando una de las bailarinas del show que ofrece el lugar los fines de semana no llegó al evento. Había 200 personas esperando el show. Entonces llegó su jefe, le dio dinero y le dijo que se fuera a comprar lencería porque quería que ella saliera. A partir de entonces baila al compas de una pista y se desnuda. “No me da pena que me vean sin ropa. Al contrario, me gusta sentirme observada. Cuando estoy arriba no pienso en otra cosa más que en mis movimientos. Es como si todo desapareciera y sólo me quedó yo y mis pensamientos. Me doy cuenta de lo que provoco en los hombres cuando bajo y me piden mi número telefónico”
- Eres soltera o casada?
- Casada
- ¿Tu esposo sabe que eres bailarina amateur?
- No. No lo sabe, ¡ni se lo imagina!